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Uamera, chilanga, hostil, emocionalmente inestable, buscadora de ilusiones, cursi a veces...

domingo, julio 26, 2009

Triste (primera parte)

Estaba tan triste...

Era eso, en buena medida, la razón por la que Emiliano la amaba tanto.

La conoció en un bar. Ella tomaba una copa, sola, en la barra. Cabizbaja, con la mirada perdida en el vaso. Desde el momento en que la vio así, sin saber por qué, quiso cogérsela. La deseó tanto que hizo esfuerzos sobrehumanos para sacarle un poco de conversación, y pagó toda la noche lo poco que bebía. Porque ella estaba ahí, triste, todo el tiempo con un vaso o una copa en la mano, pero disfrutando cada líquido como si fuera el último, paladeando cada mililitro como si cada uno le gustara más que el anterior. Bebiendo lento. Porque estaba verdaderamente triste.

Cansada y triste se dejó convencer para abandonar el bar e ir al motel más cercano, a una cuadra de ahí. Tal vez por estar tan triste dejó que la desnudara tan rápido y sin llegar a la cama la manoseara violentamente, y hasta disfrutó cuando por fin la tiró en la cama y la penetró sin ningún preámbulo. Todo el tiempo miró el ventilador del techo de la habitación, hasta que Emiliano dejó de moverse sobre ella.

Pero entonces él cometió un error. -¿Cómo te llamas?- le preguntó sin sospechar siquiera las consecuencias.

Ella aún miraba el ventilador dar vueltas, hipnotizante. Volteó la cara y lo miró acongojada; le dijo, con el tono más dulce: -Eso no importa.

-¿Cómo no va a importar? Yo me llamo Emiliano, soy profesor de literatura.

-Si me interesara saber algo de ti lo hubiera preguntado en el bar, ¿no te parece? ¿Crees que tu sonrisita estúpida y tu conversación fluida me importan en lo más mínimo? Lo mejor que puedes hacer es largarte de aquí en este momento.

-¿Pero qué te pasa, estás loca? ¿Por qué me hablas así? ¿Hice algo mal? ¿Te ofendí de algún modo? ¿Acaso el sexo fue tan malo?

-Chingada madre, nada les parece-. Su expresión melancólica había desaparecido, sustituída ahora por cólera. Volteó hacia la orilla de la cama, suspiró y, después de meditarlo un momento, se levantó desnuda y fue hacia el baño. –Cuando salga quiero que te hayas marchado. No quiero volver a verte. Ni se te ocurra volver al bar jamás. Es MI lugar, ¿entendiste? –Sin esperar respuesta entró al baño y cerró de un portazo.

Emiliano la miró boquiabierto, congelado por su frialdad. Se levantó de la cama y se vistió lo más rápido que pudo. Tomó su saco, comprobó que su cartera seguía ahí, y salió de la habitación.

1 chismosos:

not mellowcita dijo...

¡gulp!

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